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Plan de Desarrollo Urbano de las Areas Metropolitanas del Pacífico y del Atlántico/ VOLUMEN II
 
PARTE - II PLAN DE DESARROLLO URBANO

11.0 CONTEXTO SOCIAL PARA UN ÁREA METROPOLITANA POLICÉNTRICA

En las últimas cinco décadas, las áreas metropolitanas de Panamá han seguido una lógica de crecimiento monocéntrico anárquico (ver documento del Diagnóstico Estratégico), guiada por una política de acumulación de rentas diferenciales producidas por la expansión urbana.

Este tipo de crecimiento, que en su momento benefició a los propietarios de las tierras que se incorporaban al tejido urbano, se ha caracterizado por una hiperconcentración de las oportunidades de empleo y una inversión desproporcionada en sectores de clase de altos ingresos en las áreas céntricas de la ciudad, que se ha traducido en desigualdades y en una deficiente distribución de las inversiones tanto públicas como privadas. Igualmente, el mercado de trabajo que surgió como respuesta al modelo de industrialización, basado en la sustitución de importaciones, también se ha agotado. Este mercado de trabajo segmentado privilegiaba a los sectores vinculados al modelo de sustitución, íntimamente relacionado con la lógica de crecimiento urbano de carácter monocéntrico lineal.

Para reemplazar esta relación entre el mercado de trabajo segmentado (vinculado al modelo de sustitución de importaciones) y el crecimiento urbano monocéntrico lineal, es necesario introducir otra lógica de expansión. El nuevo modelo de crecimiento, basado en la introducción masiva de inversiones en tecnologías avanzadas en los sectores de servicios marítimos y financieros, requiere abrir el mercado de trabajo a la totalidad de la población. Es decir, ante una inversión masiva de nuevas tecnologías, hay que responder con una apertura masiva del mercado de trabajo para responder a las nuevas demandas.

La apertura del mercado de trabajo a las inversiones masivas de tecnología avanzada requiere de una planificación a mediano y largo plazo. Por un lado, es necesario preparar a la población trabajadora con relación a las nuevas demandas y a una inserción ordenada en los procesos de cambio que generarán los cambios cuantitativos y cualitativos a nivel tecnológico. Por el otro, es necesario promover una distribución eficaz de la población trabajadora en el espacio urbano, para minimizar los efectos de las fuertes demandas de un mercado sumamente competitivo sobre las instituciones sociales.

Las nuevas demandas de una fuerza de trabajo altamente calificada tiene que ser objeto de políticas globales que afecten la formación social y técnica de la población. El sistema educativo, en esta instancia, jugará un papel central para establecer el equilibrio entre demanda y oferta a nivel del mercado de trabajo.

Igualmente, la fuerza de trabajo altamente calificada tiene que redefinir su relación con el conjunto de la sociedad y con el espacio urbano. La nueva relación con el conjunto de la sociedad sería abordado por el surgimiento del mercado de trabajo óptimo. La relación de la fuerza de trabajo con el espacio urbano sería abordado por el rompimiento del concepto de crecimiento lineal monocéntrico de las áreas metropolitanas y su reemplazo por un concepto policéntrico descentralizado, más de acuerdo con las demandas sociales de la población productora.

A diferencia del mercado de trabajo segmentado, en el caso del mercado óptimo habría que analizar cuidadosamente el surgimiento de los diferentes sectores que hacen demandas de empleo en las áreas metropolitanas. No se trata de planificar la inserción de toda la población en los diversos empleos que existen y crear nuevas oportunidades (políticas) para acomodar a quienes se quedan por fuera. Más bien se trata de conocer bien los elementos que caracterizan la dinámica cambiante del mercado al igual que mantener la información más fidedigna de los sectores que demandan empleo.

La existencia de las "redes sociales" contribuyen a este objetivo en la medida en que son estas instancias las más vinculadas a las comunidades. A través de las redes sociales se puede establecer una relación entre las demandas de empleo y la situación cambiante del mercado. Las redes sociales con un apoyo de las instancias políticas pueden generar para ambos lados información sobre educación, salud, vivienda y otras actividades que son necesarias para el desarrollo de la comunidad y de los individuos.

Las redes sociales también tendrían que mantener una relación estrecha con las organizaciones laborales y empresariales para legitimar las primeras y para conocer mejor cuales son las demandas de las segundas. La relación puede ser directa o mediatizada por instancias políticas, como los municipios u otras instancias.

El mercado de trabajo óptimo reconocería los tres niveles necesarios para funcionar de manera económica, respetando las necesidades de la población. El nivel básico lo constituye el nivel tecnológico de producción, que demanda un trabajador con un determinado perfil (de productividad) que pueda competir en el mercado. El siguiente nivel lo constituyen los factores intermedios, como son la gerencia empresarial y el sindicato empresarial, y el factor de equilibrio que sería el gobierno. Por último, la fuente de la mano de obra, que son las comunidades y sus redes sociales. _arriba

La negociación de los espacios o soluciones de vivienda se efectuaría de manera óptima, sin ejercer presión innecesaria sobre el mercado o las instancias políticas. La debilidad de las redes sociales también se superaría al darles una relación más orgánica con el mercado. En el caso de un mercado de trabajo óptimo existirían las instituciones políticas (a nivel de los municipios u otras instancias) que podrían enfrentar las demandas de espacio urbano y de vivienda, a la vez que coordinar el accionar de las múltiples organizaciones y sus redes sociales. Como consecuencia, el nivel político no tendría que invertir importantes recursos para atender los problemas inmediatos sentidos por los diversos sectores sociales. En cambio, podría invertir en proyectos de más largo aliento en el marco de la cultura y/o la recreación.

En todo caso, habría que crear las instituciones a nivel de los municipios u otras instancias políticas que servirían de enlace entre los niveles básicos y los comunitarios para coordinar el accionar de las múltiples organizaciones y sus redes sociales.

La organización del espacio por medio de la promoción de nodos donde se concentran actividades económicas, sociales y de otro tipo, facilitaría también la organización de la fuerza de trabajo. Esta organización de la fuerza de trabajo, a su vez, definiría un marco de estabilidad para el conjunto de la sociedad.

La relación entre el mercado de trabajo óptimo y la dinámica de los nodos giraría en torno al esfuerzo por estabilizar la estructura social en un período de fuertes cambios, producto de importantes transformaciones en el nivel de uso de nuevas tecnologías. La nueva racionalidad que se busca a nivel económico - con la redistribución de actividades y la creación de nuevas áreas de producción, requiere de una estructura política que la legitime social y culturalmente. Igualmente, las nuevas actividades económicas y las instituciones sociales que la acompañan necesitarán de un ordenamiento espacial que facilite las comunicaciones entre los diversos actores culturales.

La nueva racionalidad económica de trabajo altamente productivo sólo se puede lograr con la aparición del mercado de trabajo óptimo, con una población calificada, competitiva, flexible, conocedora de las oportunidades del mercado y espacialmente capaz de una movilización rápida y económica. En una ciudad cuya lógica de crecimiento es lineal monocéntrica, es improbable que se logren alcanzar esos objetivos. De allí que la nueva racionalidad económica no sólo requiere de una fuerza de trabajo con cualidades nuevas, sino también de una ciudad ordenada espacialmente, capaz de absorber las nuevas demandas de desarrollo.

El crecimiento con un sistema multinodal en la distribución y concentración de los empleos y servicios, le daría al trabajador la oportunidad de tener mayor acceso al mercado de trabajo y a un mejor conocimiento de la demanda local existente en el mercado. Su competitividad le permitiría acceder en forma óptima a los puestos que allí se abrirían. Igualmente, el inversionista tendría una visión más acertada de la oferta de fuerza de trabajo. En forma planificada y respetando el medio, el inversionista podría tomar su decisión en un marco donde se minimizaría el riesgo.

El mercado de trabajo óptimo, en combinación con el desarrollo del espacio con cierto grado de especificación (nodal), le daría al inversionista la capacidad de predecir con anticipación las ofertas de fuerza laboral. Igualmente, la fuerza de trabajo puede reconocer con facilidad los centros que concentran más demandas en el mercado metropolitano. Brindaría también una base más racional para la localización de áreas residenciales cercanas a las oportunidades de empleo, lo que reduciría el tiempo y costo de viajes vehiculares (ver el subcapítulo de transporte 14.3.2).

La fuerza de trabajo en un mercado óptimo reúne ciertas características a nivel de formación (experiencia), educación (adiestramiento) y disciplina (institucionalidad social) que genera un nivel de productividad, calidad, responsabilidad y participación. Igualmente, las empresas tienen que promover la formación, reclutar sobre la base de la educación, respetar la disciplina, garantizar las condiciones óptimas de trabajo y los niveles de remuneración adecuados.

En el mercado de trabajo óptimo se estimula la competencia por nuevos mercados y mejores precios de insumos. Además, se genera una mano de obra con flexibilidad, tanto intraempresarial como entre empresas. La competencia entre capitales y la flexibilidad de la fuerza de trabajo requiere de políticas que puedan combinar las demandas de los diversos sectores involucrados. En primera instancia, los inversionistas; segundo, los trabajadores; y tercero, los consumidores del producto final.

Entre esas políticas está la necesidad de darle a empresarios, trabajadores y consumidores el horizonte adecuado para que puedan tomar decisiones basadas en conocimientos. Este horizonte se puede definir si se producen, en una primera instancia, en áreas manejables, como los centros de mayor actividad de cualquiera de los tres actores involucrados.

No hay que perder de vista, en todo caso, que la empresa generalmente tiene una visión del mercado mucho más amplia que el trabajador o el consumidor. El surgimiento del mercado óptimo de trabajo plantea que el dueño de la fuerza laboral, gracias a su formación y educación, tendrá una visión más amplia que le permitirá competir en forma más adecuada, y ser más flexible. Teóricamente, su mercado de trabajo no tiene límites, en la medida en que posee la capacidad competitiva (la mercancía) que es demandada. Sin embargo, en la realidad, su mercado está limitado legalmente (el país) y efectivamente (su área de movilidad geográfica). Estas limitaciones no serán obstáculo para que pueda competir con flexibilidad en el mercado de trabajo óptimo, definido en un ambiente de fuerte crecimiento económico y en espacios debidamente ordenados (planificados) para proporcionar oportunidades de empleos, distribuidas en las áreas metropolitanas.

 
Consorcio D&M/HLM/WRT/YEC/PW
Informe Final del Plan Metropolitano
22 de diciembre de 1997
"Plan de Desarrollo Urbano de las Áreas Metropolitanas del Pacífico y del Atlántico"
Ministerio de Vivienda - República de Panamá